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Dos cesáreas programadas y alguna dificultad vivida en quirófano. 

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CESÁREA POR PARTIDA DOBLE: RAFITA Y JAIME

 


Mi nombre es Elena y os quiero contar mi experiencia, de la forma más sincera y personal, con mis dos
CÉSAREAS. Ya que, por lo general, éstas suelen ser un tema tabú y pocas mujeres cuentan su
experiencia....
Cuando mi marido y yo nos quedamos embarazados de Rafita fue toda una ilusión, por eso queríamos
que el embarazo nos lo llevase un buen ginecólogo profesional, que no dudase, que fuese diligente y
que tuviese las ideas claras, ya que consideramos que un embarazo puede ser muy fácil o muy difícil y
en este segundo caso el contar con un médico experto y con capacidad de reacción es muy importante.
Por este motivo acudimos a nuestra querida Cristina Torrijo.
No fue un embarazo muy fácil.... Los primeros meses con muchas náuseas y luego tuve que hacer
reposo puesto que tuve dos sangrados en la semana 15 y nos tocó ir corriendo a urgencias
asustadísimos.... Cuando Cristina nos vió lo tuvo claro: PLACENTA BAJA. Me mandó hacer reposo
durante dos meses hasta que subió la placenta. La verdad es que en todo momento fue tranquilizadora
y le dio la importancia justa, lo cual te da mucha tranquilidad.
Llegó el último mes de embarazo.... Íbamos todas las semanas a monitores y revisión. Yo cada vez
estaba más hinchada y la retención de líquidos era exagerada (me costaba casi andar y encontrar un
calzado que me cupiese, por lo que iba con chancletas de piscina).
Cristina lo iba teniendo claro, yo estaba sin dilatar, el cuello cerrado, Rafita estaba alto que no se había
metido todavía en la pelvis y encima venía totalmente de cara. Así que cuando llegamos a la revisión de
la semana 40 (que yo estaba hinchada cual pez globo) nuestra querida Cristina no dudó: “mañana
ingresas a las 9 que haremos una cesárea, a este niño lo sacaremos POR LA PUERTA GRANDE”. En
ese momento mi marido y yo nos miramos asustados y me acuerdo que le dije : “pero con lo joven que
soy ¿cómo es posible?” y Cristina me contestó: “mira Elenita, a este niño hay que sacarlo porque tú no
puedes más y es lo más seguro para los dos. El parto no se puede inducir y no te vas a poner de parto.
No te preocupes que todo irá bien”
Así que salimos de la consulta y dijimos.... “bueno, pues el 3 de Octubre es un día estupendo para
celebrar el cumpleaños del nene” Dicho y hecho, fuimos a casa, hicimos la maleta con tranquilidad, nos
bajamos al Pilar a encomendarnos a la Virgen y al día siguiente a las 9 de la mañana allí estábamos
ingresando.
Nos atendió en la habitación una matrona encantadora que se llamaba MARA. Me cogió la vía y me
puso los monitores para ver que Rafita estaba bien, fue muy amable y cariñosa y me dijo que no me
preocupase, que estaba en buenas manos y que todo iría bien, que en menos de 1 hora estaría con
Rafita. Me bajaron a quirófano ya en la cama y gracias al Hospital Viamed Montecanal mi marido Rafa
pudo entrar al quirófano (lo cual agradecí muchísimo)
Antes de pasar al quirófano me dejaron en la sala de “REA” esperando. Allí se presentó el anestesista
que fue muy amable porque además se llamaba Rafa también y estaba encantado con asistir al
nacimiento de mi Rafita. Al momento llegó la doctora Silvia Rueda que iba a acompañar a Cristina en la
intervención y casi al unísono llego Cristina, muy sonriente, me agarró la mano, me acarició la cara y me
dijo “Elenita hoy puede ser un gran día. En un periquete tenemos al chaval”. Y así fue. Pasamos al
quirófano y lo primero que me hicieron fue ponerme la anestesia, que la verdad no es para tanto. Me
sentaron en la camilla y noté un pinchazo en la espalda, como un pellizco un poco gordo, acto seguido
empecé a notar frío y hormigueo en las piernas y ya me tumbaron. Me pusieron el pulsioxímetro, el
tensiómetro, los tens para el electro y me sondaron. Empezaron a poner los paños, entró mi marido que
se sentó a mi lado y me cogió la mano. Y ya sin a penas notar nada Cristina y Silvia empezaron a “abrir
la puerta grande”.
Realmente una cesárea es una intervención mayor, no es una cosa fácil, pero sinceramente la doctora
Torrijo y su equipo hacen que sea algo sencillo y natural. Rafita nació a los 20 minutos o menos de
haber empezado, Cristina y la matrona Mara me dijeron que ya estaba al llegar e inmediatamente lloró;
lo envolvieron en una sabanita y me lo acercaron a la cara para poder darle un beso. En ese momento
se lo llevaron puesto que en el quirófano hace mucho frío y no puede estar. Mi marido se fue con él
mientras a mí terminaban de coserme. Le hicieron las pruebas los pediatras y lo subieron a la habitación
con su padre para ponérselo al pecho mientras terminaban conmigo. Una vez que ya terminaron que
serían otros 20 minutos, Cristina me dio un beso y me dió la enhorabuena. Todo había salido bien:
¡¡ Ya estaba Rafita, 50cm y 3,500kg ¡!
Me subieron inmediatamente a la habitación, todavía tenía los efectos de la anestesia puesto que tenía
las piernas que no las sentía y tenía frío. Allí estaba mi Rafita con su padre. Me lo pusieron al pecho y
nuestra nueva familia empezó su andadura.

Un año después del nacimiento de Rafita nos plantamos en la consulta de Cristina y cuando nos vió

esperando lo primero que nos dijo : “¿chicos hemos encestado?” Pues la respuesta era “SÍ y de pleno
😊” ¡¡Así que ya estábamos enfrascados en otra nueva aventura!!
El embarazo ha sido todo bastante mejor que con el primero (salvo la mala gana de los primeros
meses). Lo malo es que hemos tenido la mala suerte de la pandemia del CORONAVIRUS. Pues bien,
una vez que nos confinaron en Marzo las consultas presenciales se cancelaron pero en todo momento
Cristina estuvo pendiente y respondía rápidamente por mail cualquier duda. Así que así se fueron
pasando los meses, yo cada día más gorda y el COVID presente en la vida de todos los Españoles.
En principio salíamos de cuentas para San Fermín, el 7 de Julio pero a primeros de Junio empecé a
encontrarme un poco mal y llamé a la consulta. Estaba de 35 semanas y tenía bastante dolor en el bajo
vientre.... Cristina sin dudarlo nos vió esa misma tarde. Empezaba a tener el cuello blando, pero el
problema es que tenía bastante líquido amniótico, una tripa enorme y riesgo por la cesárea previa.... En
principio Cristina durante todo el embarazo nos dijo que si se podía, intentaríamos un parto natural pero
que dependía de cómo fuesen las circunstancias; y nosotros por supuesto lo dejábamos todo en sus
manos.
Empezamos a ir a monitores y a hacernos la ecografía Doppler, el resultado el mismo: mucho líquido
amniótico y riesgo de rotura uterina, así que Cristina me mandó reposo un par de semanas para
aguantar a la semana 38 e ir tomando decisiones.
Llegó el lunes de la semana 38 y allí estábamos los 3 (Cristina, mi marido y yo). La situación era
complicada porque no se podía inducir el parto, el bebé venía grande, el líquido amniótico estaba en el
tope y yo ya no podía casi ni moverme del tripón que llevaba. Así que Cristina lo volvió a tener claro:
CESÁREA.
Fuimos ese mismo día al hospital a hacernos una PCR para el COVID que dio negativo para tener la
máxima seguridad en quirófano. Algo que agradecí mucho es que la mañana de antes de la cesárea me
llamó la matrona SALMA para preguntarme “cómo me encontraba” y para resolver cualquier duda que
tuviese y tranquilizarnos un poco, de verdad que fue un detallazo. Porque aunque ya sabía de la vez
anterior cómo se desarrollaría todo siempre da muchísimo respeto entrar en quirófano.
Pues nada, allí estábamos el jueves 25 de Junio ingresando a las 8 de la mañana que para más inri era
mi cumpleaños 😊.
Una situación diferente a la anterior: mascarillas, gel hidroalcohólico y por supuesto nada de familiares
(mi marido y yo solitos). Subimos a la habitación e inmediatamente me bajaron a los quirófanos.
Como la vez anterior estuvimos en la sala de REA, vino la matrona SALMA me cogió la via, me
monitorizó a Jaime para ver que todo estuviese bien; apareció el anestesista y en seguida vino Cristina
siempre sonriente. No tardaron nada y me pasaron a quirófano donde estaba ya mi marido esperando
(insisto, algo que agradecí muchísimo). Y empezó el nacimiento de Jaime....
El anestesista (esta vez era otro diferente) empezó su trabajo... y aquí fue donde vino el percance... no
sé si fue mi culpa que estaba tensa o que simplemente son cosas que pasan porque somos humanos y
el cuerpo humano no es una ciencia exacta y aunque trabajes con los mejores siempre hay riesgos....
Pero la anestesia no entró bien (pinchó en hueso que dicen los taurinos), por lo que cuando Cristina y
su compañero empezaron la cirujía yo noté bastante dolor... esperamos unos minutos a ver si hacía
efecto la anestesia... pero más de lo mismo. Así que se paró todo y el anestesista tomó la decisión de
volver a pinchar. Esta segunda vez sí que entró bien y ya no noté nada de nada.
A los pocos minutos Cristina nos dijo: “ya lo tenemos aquí” y así fue, Jaime empezó a llorar. Un bebé
precioso de 50cm y 3,400 kg. Me lo acercaron a la cara y se lo llevaron como a su hermano a que lo
revisaran los pediatras.
Cristina y su compañero siguieron cosiendo para cerrar y fue cuando tuvimos el gran susto. De repente
empecé a sentir una opresión en el pecho, me costaba respirar, mi marido me quitó la mascarilla, pero
no mejoraba...iba a más .... me ahogaba... Las máquinas empezaron a pitar, Cristina y su compañero
pararon, a mi marido lo sacaron del quirófano, el anestesista echó a correr y tumbaron la camilla para
“hacer el tren”, la saturación iba por 72 y bajando.... Me pusieron la máscara de respiración para que
ventilase y sacaron tubos por si hacía falta intubar; gracias a Dios respondí bien y la saturación subió y
empecé a respirar. Al parecer con el segundo pinchazo de la anestesia junto con lo poquito que había
entrado ya de antes hubo un exceso de la misma y se anestesió hasta el diafragma y por eso no podía
respirar.
Pasado el susto Cristina y su compañero terminaron de cerrar. Antes de irse, la doctora me volvió a dar
la enhorabuena, un beso y me dijo que llamaría inmediatamente a mi marido para que se quedase más
tranquilo. Que todo había ido bien a pesar de ser una intervención complicada puesto que además del
susto con la anestesia, al ser una segunda cesárea las adherencias eran importantes y se había
encontrado la vejiga pegada a la cara anterior del útero por lo que para la tranquilidad de todos me
dejaría sondada 48horas y estaría muy pendiente de la analgesia. Esta vez, después del susto de la

anestesia, me dejaron 1 hora en REA para observación por si acaso.
Pasado el tiempo me subieron a la habitación. Allí me encontré a mi marido y a mi Jaime que lo acaban
de traer de la incubadora puesto que “se había quedado frío”. Mi marido estaba muy nervioso pero
cuando ya estábamos los tres juntos en la habitación todo cambió. Agradeció mucho a Cristina Torrijo
que lo llamase varias veces a su número de teléfono personal para tranquilizarlo, fue todo un detalle.
La verdad es que el hecho de la pandemia del COVID nos vino egoístamente bien puesto que agradecí
el no tener visitas ya que al ser una segunda césarea tuve bastante dolor. En este aspecto quiero dar
muchísimo las gracias tanto a la doctora Cristina Torrijo como a la doctora Rocío de Andrés por su
constante implicación. Cristina me llamaba a la habitación todos los días mañana y tarde y Rocío
pasaba a verme todos los días. Me pautaron una analgesia a base de opioides que se lo agradeceré
siempre porque era un dolor horrible y las dos estuvieron muy pendientes. Fueron muy amables y
cariñosas y me reconfortaron muchísimo. Para mí, a parte de lo bonito de tener a mi hijo Jaime en mis
brazos siempre recordaré el trato humano, cercano y de amor que estas dos doctoras tuvieron conmigo.
Se lo agradeceré siempre.
Sin duda una cesárea es una intervención quirúrgica que no hay que tomar a la ligera y más cuando
llevas dos como es mi caso, pero gracias a la profesionalidad de la doctora Torrijo y su equipo la
experiencia es lo más humana, bonita y maravillosa posible.
Gracias por traer al mundo a mis dos nenes

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