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Hola a todos,

Os presento a Ricardo nació el pasado mes de abril y es un luchador.

Nuestra historia, que comenzó hace más de seis años, es, sobre todo, una historia de esperanza y por esta razón he querido compartirla con otras personas, especialmente, con aquéllas parejas que sufren, muchas veces, en silencio, un diagnóstico de infertilidad y ello con la intención de transmitirles mi apoyo y mostrarles que en los momentos más desesperados y en las circunstancias más insospechadas se abre camino la vida.

No me detendré en los detalles sobre diagnósticos y tratamientos, puesto que podría escribir un libro, pero si os indicaré que, en nuestro caso, recurrimos a la sanidad pública y a la privada, acudiendo a varias las clínicas de reproducción, dentro y fuera de Aragón; A facultativos de referencia nacional en las especialidades de inmunología, hematología, endocrinología y embriología, todas ellas asociadas a la fertilidad; A terapias no convencionales; A las Vírgenes, Jesucristo y Santos de la geografía española; Y a todo aquello que alguien te contaba que le había funcionado a no sé quién.

Pero cuando nuestras fuerzas empezaban a flaquear y crecía en nuestro interior la vertiginosa sensación de tener que afrontar, con pocas esperanzas, el que sería nuestro séptimo y último tratamiento de fertilidad, nos quedamos embarazados de forma natural y por supuesto, sin esperarlo, gracias a que finalmente obtuvimos un diagnóstico acertado de nuestro problema de fertilidad. ¡Qué inmensa sensación de alegría!, la nuestra y la de todas las personas que nos habían estado apoyando.

Sin saberlo habíamos concebido un luchador, un embrión capaz de implantarse donde ninguno otro lo había conseguido con anterioridad. Al principio le llamábamos ‘lentejita’, después ‘milagritos’ y finalmente, Ricardo y, más cariñosamente, ‘nuestro chiquitico’. Pero, lo que en ese momento ignorábamos, es el tamaño realmente pequeño que tendría en las últimas semanas de gestación y la importante batalla que inconscientemente afrontaría antes de nacer.

En la semana 32 empezaron a advertirnos que el niño era pequeño para su edad gestacional y la necesidad de reducir los niveles de estrés y mantener reposo en la vida ordinaria. Sin embargo, pese a seguir las indicaciones de nuestra ginecóloga, el niño no creció lo que le correspondía y pronto fue calificado como CIR (crecimiento intrauterino restringido), un diagnóstico que le perseguiría hasta su nacimiento.

Sinceramente, este diagnóstico nos impresionó mucho, resultó difícil de asumir y nos hubiese resultado casi imposible de gestionar si no hubiese sido por la confianza que teníamos en nuestra ginecóloga, la Doctora Cristina Torrijo, y por la gran implicación que mostró desde el primer momento, su profesionalidad y su férreo control sobre el estado de nuestro bebé, prescribiendo controles de crecimiento semanales y monitores diarios, a los que acudíamos con la maleta preparada ante la eventualidad de que pusiesen salir alterados y tuviésemos que quedarnos ingresados para el parto. En este sentido, también me gustaría transmitir mi agradecimiento a las ginecólogas Rocío de Andrés González y Silvia Rueda y a las matronas Salma, Mara y Ana, todas ellas grandes profesionales que ayudaron al control y seguimiento de nuestro bebé.

Felizmente, Ricardo aguantó como un campeón hasta la semana 38 y nació bien y nació sano, con 2.560 kg de peso y 47 cm de longitud, no preciso de incubadora y pudo estar con nosotros en la habitación. No puedo decir que durante estas últimas semanas no lo hayamos pasado mal, personalmente, las recuerdo con muchísima angustia, agravada por el dolor generado por las pérdidas personales tan importantes que hemos sufrido por el Covid- 19 y por la sensación de desasosiego y tristeza generada por esta situación de confinamiento y la imposibilidad de compartir la alegría del nacimiento de nuestro primer hijo con nuestros familiares y amigos más queridos.

Yo siempre he mantenido que la vida nos pone obstáculos a todos, eso no lo podemos evitar, pero si podemos decidir la forma de afrontarlos. En nuestro caso, apostamos por nuestro bebé y su capacidad para luchar y resistir, como así fue; Por no dejarnos llevar por incertidumbre, el miedo o la desesperación y confiar en los profesionales sanitarios que nos estaban asistiendo, cuya actitud me gustaría poner en valor puesto que están arriesgando su salud para cuidar la nuestra.

A todos ellos, ¡muchas gracias!

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